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El bronce

 

En este taller nos “asomamos” a la etapa de los metales. El descubrimiento y utilización de los metales, fue muy influyente en el desarrollo de la humanidad. Hemos trabajado durante un tiempo para llegar a hacer esta colada de bronce.
Primero elegimos el molde que “contenía” el vacío de la figura que queríamos copiar en bronce, de ahí obtuvimos una copia en cera que fuimos arreglando, quitando y poniendo, para que se asemejara cada vez más a la figura que queríamos. En ese trabajo la figura fue cogiendo “brillo”, vamos descubriendo su volumen, sus detalles... cada vez estaba más claro qué era lo que esperábamos obtener en bronce.
A partir de la cera fabricamos el molde con escayola y cuarzo. Vaciamos la cera y retocamos el molde si en algún lugar no copió bien, burbujas... Y llegamos a la colada con una imagen clara de lo que creemos que vamos a obtener.
Después de la colada, al romper el molde, el resultado no se corresponde con lo que uno creía. Lo primero que surge es desechar la pieza y revisar el procedimiento para ver qué falló. En un segundo momento, se le empiezan a ver las posibilidades, se cae en cuenta de que el proceso que empezamos hace tiempo no acaba ahí, en la colada, sino que continúa en el pulido, en el lijado... y en ese proceso la imagen, aunque cambie en algún detalle, vuelve a ser reconocida. Esa permanencia nos permite avanzar.
Los talleres del fuego y la materia nos permiten avanzar en el tono, la pulcritud y la permanencia. Cada actividad en la vida cotidiana requiere de un tipo de tono, igual ocurre con los materiales, no es lo mismo moldear la cera que pulir un metal. El tono nos conecta con un registro, en sintonía con otros, con una armonía en las proporciones.
La pulcritud es el cuidado que pongo en todo lo que hago, teniendo en cuenta los tiempos y el orden de los mismos, cuidado del ámbito del taller, dejar las cosas donde estaban, tratar bien a las personas que me rodean, y con referencia al objeto que estoy haciendo es intentar dejarlo lo más parecido posible a la imagen que tengo de su acabado.
La permanencia será necesaria para poder seguir cualquier actividad, cualquier objeto que hagamos requiere de una permanencia, realizar todos los pasos hasta que esté acabado, con un propósito que nos ayude y nos guíe cuando surgen las dificultades.
El nivel atencional es muy importante en el trabajo con los metales, el bronce nos exige un tono determinado. Hay que estar atentos y calmos y evitar las improvisaciones. Ser pulcros entre nosotros, con los equipos de trabajo, con las herramientas y con los elementos que utilizamos y ser permanentes en el plan fijado para el desarrollo del taller.
En este taller planteamos hacer tres coladas de bronce. Se realizaron dos equipos por colada, uno que se ocupaba de la fragua y otro se ocupaba del tacho. Dos personas ocupadas de la seguridad. En cada equipo había una persona con experiencia, la gente se sumaba a los equipos que le interesaban.
Comenzó el día primero con una visita guiada por el parque, caminando por los diferentes monumentos, con una breve explicación para los que acudían por primera vez. A continuación se preparó una comida conjunta, con degustaciones multiculturales, facilitando la sincronización de los participantes de este taller.
A las 17:00 se inicia la preparación del taller, poniendo en marcha los elementos necesarios para poder utilizar el tacho y la fragua. La lámpara de bronce, traída desde Bilbao, se cortó en trozos pequeños con la radial, con mucho cuidado, para ponerlos dentro del crisol.
A las 19:30 hacemos una pausa, para juntarnos con los amigos que acuden al parque los sábados, para compartir experiencias e intercambiar. En la Sala realizamos un trabajo personal en conjunto, calmo y emotivo.
A las 20:30 se vuelve al taller, comenzando con los fuegos. Se presentan algunas dificultades
a la hora de encender la fragua, estas dificultades son una oportunidad para buscar recursos y sincronizar. Acompañados por los amigos que van al parque iniciamos la primera colada, los moldes esta calientes y el broce funde relativamente rápido, se inicia el primer volcado, los moldes están preparados sobre bloques de hormigón, el volcado de un metal que está a más de 1100ºC, produce un registro de certeza y calma. Sobre nuestras cabezas, el cielo muestra una espectacular gama de tonos ocres y fuego. Está sucediendo un cambio de etapa.
Llega la segunda colada. Se realiza el relevo del segundo equipo que se ocupará de calentar los moldes en el tacho para evitar el shock térmico y el equipo de fragua que se ocupará de la fundición del metal. Con la ayuda de algún integrante del primer equipo se transmite la experiencia de los asuntos más importantes a contemplar de una forma muy breve.
El metal funde muy rápido, los moldes están un poco fríos, se da un tiempo para que los moldes están a una temperatura adecuada, se inicia el segundo volcado, el material permite el llenado de muchos moldes, los colores son muy blancos, el color y la textura del metal que se ha fundido cayendo dentro de los moldes es precioso. La sincronización se da adentro y afuera.
Se inicia la tercera colada, el procedimiento es similar al anterior, se da el relevo al siguiente equipo, se introducen
los moldes en el tacho con cierta celeridad dada la rapidez con la que el metal está fundiendo. El crisol está a una temperatura muy elevada, lo que favorece que el metal funda más rápido.
Se inicia el tercer volcado, los colores amarillos y blancos del metal cayendo iluminan las caras de los “volcadores” y de los que asistimos al proceso.
Se propone una cuarta colada, rápidamente se arma un equipo de fragua y de tacho, esta vez va más rápido y asistimos a la cuarta y última colada. Todo
termina bien con el aporte de todos al proyecto conjunto, las dos últimas personas hacen el volcado y el fulgor de la colada ardiente ilumina nuevamente nuestras caras.
En un segundo paso, se sumergen los moldes en agua y se rompen para sacar las figuras, los colores varían de una colada a otra. Algunos tienen un tono de amarillo más brillante, otros más mate. Cada uno busca su figura, llega el “momento mío” catalizando ese breve momento de posesión que escapa a la atención, como escurridiza compulsión.
Es una sorpresa cada vez que se abre un molde, ya que no sabes como está, como se ha copiado. Sacamos las primeras conclusiones en función de la colada a la que pertenece cada figura, las diferencias pueden obedecer a la escoria, a la temperatura de los moldes… Concluimos que para el futuro es importante tirar la primera capa del metal fundido ya que tiene mucha escoria.
Se recoge el ámbito para dejarlo mejor de lo que lo encontramos y vamos a cenar. Cenamos en un ambiente muy agradable, alegre y calmo, después de la experiencia del bronce que hemos compartido, intercambiamos desde los distintos puntos de vista, los comentarios son diversos y suman a la experiencia conjunta que acabamos de compartir.
Dormimos en el parque, quedando al día siguiente para comenzar a las 10:00. Por la mañana nos encontramos en la cocina del parque con el buen aroma de las arepas venezolanas, compartimos el desayuno e iniciamos el segundo día de taller.
Comenzamos explicando el proceso de pulido, la etapa menos espectacular pero importante, ya que nos permitirá descubrir la figura que en un primer momento está como imagen en nuestra cabeza, y que tenemos que “extraer” del bronce sólido que con mejor o peor acierto resultó de la
colada, destacando aspectos que han quedado ocultos por rebabas o porque no ha copiado bien el molde.
Se va probando con herramientas: dremel, pulidora, tijeras de chapa, martillo, lijas… Se van realizando toda clase de pruebas que permitirán continuar este trabajo en días posteriores, ya de forma más personal, hasta completar la figura.
Vamos pasando por la piedra de pulir, probamos con el dremel, con distintas lijas, con discos de corte, midiendo la fuerza que es necesaria cuando se usan las distintas herramientas, regulando el tono que exige cada operación.
Recogemos el ámbito, lo dejamos mejor de lo que lo encontramos y paseamos hasta la fuente para intercambiar de la experiencia de estos dos días de taller.
Allí se comentan distintas síntesis de las experiencias que cada uno ha tenido, se comenta la facilidad que hemos tenido para trabajar gracias a la sincronización entre todos los participantes. El ámbito amable y calmo posibilita que cada uno sume, entre todos hemos conformado una orquesta y hemos podido componer nuestra propia melodía.
El trabajo de pulir da posibilidades al material, permite descubrir lo mejor del material, sacarle brillo, rescatar lo mejor, es similar a lo que ocurre con las personas, que se van puliendo a lo largo de su proceso vital, intentando sacar lo mejor de sí.
Se coincide en la buena atmosfera que se ha experimentado en los dos días de taller, y en el lugar que propicia estos trabajos, que ayuda a desconectar de lo cotidiano para estar centrado en lo que se está, en una especie de efecto “campana” que permite ocuparse de uno y de los otros en el trabajo propuesto, desde la mejor actitud, sumando las mejores cualidades al conjunto.
Además de cumplir el objetivo propio del taller, que ha sido lograr la fundición, la colada del bronce y la elaboración de las piezas, además de fortalecer el trabajo en equipo y el compañerismo.
Finalmente realizamos una ceremonia de Bienestar en la Sala, como cierre del taller. Se produce un registro de conjunto liviano, emotivo y calmo.
Comemos todos juntos y nos despedimos, con la certeza de haber hecho un buen trabajo. Ahora el Artesano vuelve a casa, todavía con la frente y las manos luminosas.

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